MORATORIAS PREVISIONALES: CUANDO SE TRATA LOS SÍNTOMAS Y NO LA ENFERMEDAD

MORATORIAS PREVISIONALES: CUANDO SE TRATA LOS SÍNTOMAS Y NO LA ENFERMEDAD

Antes de que se desate la pandemia a nivel mundial, en diciembre de 2019, el Poder Legislativo ya había declarado la emergencia pública en materia previsional.

Por Gabriel Greizerstein*

En dicho contexto, y bajo el pretexto de proteger a los sectores más vulnerables, se tomaron medidas que, analizadas a la distancia, evidencian una clara intención de ahorro fiscal. Lo cierto es que toda planificación salió por la ventana, tras los nuevos desafíos que presentó la cuarentena por el coronavirus.

En este momento, el gobierno nacional se encuentra pensando cómo realizar la transición de las pensiones al adulto mayor, a fin de convertirlas en jubilaciones ordinarias. Una de las herramientas que tiene bajo estudio sería el lanzamiento de una moratoria previsional con claras similitudes a la implementada a comienzos del año 2005. Veamos el contexto:

  • En aquella oportunidad, todavía se sentían en el país las consecuencias de la salida de la convertibilidad y el fin de la peor crisis económica de la historia argentina.
  • La cobertura previsional era baja, es decir, de la totalidad de adultos mayores en edad de jubilarse, solo un grupo pequeño había logrado acceder al beneficio.
  • En contraposición, muchos hombres desempleados mayores de 60, tenían 30 de aporte o incluso más, pero no cumplían con el requisito de 65 años o más que impone la normativa.

Mediante la ley 25.994 publicada en el Boletín Oficial el 7 de enero de 2005, se decidió dar solución a ambos problemas. Se creó la PAD (Prestación Anticipada por Desempleo) mediante la cual los hombres podían jubilarse y cobrar la mitad del haber hasta cumplir los 65, momento en que empezarían a cobrar el total de su beneficio. Se lanzó la primera moratoria, que permitió a mucha gente regularizar aportes y de esa forma poder “sumar” para alcanzar los 30 años necesarios.

Flexibilizaciones mediante, incluso aquellos que nunca se habían anotado como autónomos, pudieron incorporar aportes. Las fechas diagramadas en ese momento permitían a las mujeres que nunca habían tenido trabajo registrado (muchas de las cuales trabajaron toda la vida) obtener jubilaciones que internamente se llamaban “moratoria pura”, donde los 30 años de aporte eran regularizando por moratoria, actividades de las categorías más bajas, sin necesidad de afiliación anterior.

Estas herramientas permitieron llevar a la Argentina a uno de los niveles de cobertura más altos de la región. Ahora bien, se puede pensar que, una vez recuperados de esa situación, desde el Estado se intentaría no volver a pasar por lo mismo, ya que la baja cobertura estaba relacionada directamente con el trabajo no registrado.

Sucesivas leyes y decretos cambiaron ligeramente las condiciones del acceso a las moratorias, posiblemente provocadas por los límites presupuestarios que diferentes épocas presionan a nuestro país.

Hoy, se estima que solo el 11% de las mujeres en edad de jubilarse tienen al menos 20 años de aporte. Esto significa que, en 38 años de trabajo, la mitad fue registrado.

En definitiva, en estos 15 años no se atacó la enfermedad, que es el trabajo no registrado. Tampoco se educó a la población activa sobre soluciones como el monotributo social, que permite la incorporación a la economía formal, a partir del reconocimiento de sus actividades y de su inclusión como contribuyentes.

Los monotributistas se encuentran en condiciones de emitir factura, acceder a las prestaciones de las obras sociales del Sistema Nacional de Salud (con cobertura familiar) e ingresar al sistema previsional.

En la mayoría de los hogares, el cuidado de la familia y adultos mayores lo realizan las mujeres. Este trabajo no remunerado, tampoco es tenido en cuenta al momento de realizar políticas de estado que, en el largo plazo, permitan acceder a una cobertura cuando invariablemente se alcanza la vejez.

Parece que no aprendimos a tratar la enfermedad y seguimos poniendo parches al problema. Vale hacer dos preguntas claras con respuestas sencillas:

¿Están mal las moratorias? NO

¿Está mal que la ÚNICA solución sean las moratorias? SI

 

*El autor de la nota es abogado previsionalista