LA ODISEA DE JUBILARSE EN LA ARGENTINA

LA ODISEA DE JUBILARSE EN LA ARGENTINA

Las moratorias no dejan de ser un parche, una forma de tapar las consecuencias de la informalidad y la falta de empleo.

Por Gabriel Greizerstein*

Parte 1: Argentina, tierra de oportunidades

Hace unos años, celebrando el final de su juicio de reajuste, un cliente me contó la historia de su vida: Nació en Tucumán y viajó muy joven a Buenos Aires. Vino solo, no tenía familia ni contactos, pero sabía que donde iba, las chances de conseguir empleo eran más altas. ¿Qué tipo de trabajo? No sabía. ¿Dónde iba a vivir? Tampoco.

En muy poco tiempo -casi de inmediato- consiguió trabajo en SIAM, realizando tareas de limpieza.

SIAM también era una empresa que había nacido de la oportunidad. Cuando la Ciudad de Buenos Aires en 1910 exigió que las panaderías tuvieran una máquina de amasar pan, dos amigos, Guido Allegrucci y Torcuato Di Tella patentaron un modelo superior al que se conseguía importado. En las décadas subsiguientes ampliaron su producción a heladeras, lavarropas, cocinas, televisores, motonetas, automóviles, surtidores, etc.

Al poco tiempo mi cliente demostró interés por las tareas que realizaba el tornero y lo promovieron a aprendiz. En escasos meses ya manejaba el torno a tiempo completo y en esa empresa transcurrió la totalidad de su vida laboral.

Llegado el momento de solicitar el beneficio jubilatorio, por suerte estaban todos los aportes, y no tuvo grandes inconvenientes.

Parte 2: Argentina hoy

Con muy pocas excepciones, la gran masa de adultos mayores que van a jubilarse tiene una historia laboral que NO se ha desarrollado en UN solo lugar. En el mejor de los casos, hay pocos meses entre un empleo y otro, y el empleador ha realizado en tiempo y forma los aportes correspondientes.

En la otra punta del espectro, tenemos hombres y mujeres que a pesar de haber trabajado más de 30 años, no cuentan con esa cantidad de aportes registrados.

No es un secreto, que la reinserción laboral es un desafío para los mayores de 45 años. Adicionalmente, los ingresos generados por el empleo en la etapa previa a la edad de retiro influyen directamente en el haber que percibirán una vez jubilados.

El 18,9% de la población entre 50 y 64 años que tuvo alguna experiencia laboral nunca accedió a un trabajo con aportes a lo largo de su vida laboral. En el otro extremo, un 38,7% de este mismo grupo etario accedió siempre a trabajos con aportes. El restante 42,4% de la población alternó trabajos en blanco con otros no registrados.

Parte 3: La desigualdad de género

Según un informe de la Dirección General de Estudios Macroeconómicos y Estadísticas Laborales, las mujeres mayores, igual que las mujeres en general, presentan tasas de actividad y empleo menor a las de los varones.

Las brechas de género con relación al no registro, se agrandan entre la población mayor de 50 años, en detrimento de las mujeres mayores. De hecho, las asalariadas de todas las edades padecen una mayor incidencia del no registro.

Pero mientras que en el caso de la población de entre 16 y 49 años la tasa de empleo no registrado de las mujeres es un 10% superior que la de los varones; entre los mayores de 50 años la diferencia entre sexos asciende al 40%.

De las mujeres mayores de 50 años con experiencia laboral el 28,7% nunca trabajó con aportes, mientras que en los hombres de esta edad este grupo se reduce significativamente, al 8,5%.

Parte 4: Las moratorias previsionales

Las moratorias previsionales tienen más de 15 años de continuidad, con diferentes variantes.

Primero, entendamos a qué circunstancias responden:

En el año 2003, el 21,5% de la población se encontraba desempleada. El 49.2% de los asalariados no realizaba aportes, y el 40% de aquellos en edad de jubilarse, no contaban con una prestación contributiva o no contributiva.

En lugar de crear una prestación no contributiva cuyo presupuesto se maneje de acuerdo con las posibilidades del tesoro nacional, se decidió permitir regularizar aportes declarando haber trabajado en ciertos períodos.

Al año 2020, se calculaba que el 65% de las jubilaciones que paga la ANSeS, tenían al menos un período regularizado por moratoria.

Parte 5: Moratorias vigentes

Usando la moratoria de la ley 26.970, las mujeres de entre 60 y 65 años, pueden sumar aportes desde el 01/1955 (o desde los 18 años o desde el ingreso al país) hasta el 31/12/2003 inclusive.

Inmediatamente vemos un problema: Solo con la moratoria NO alcanza para juntar los 30 años de aportes que pide la ley. Es necesario contar con aportes a partir de 2004 para poder jubilarse.

Por ejemplo:

  • Una señora nacida en 1961 cumple este año los 60.
  • En 1979 cumplió los 18 años.
  • Entre sus 18 y el límite de la moratoria, solo hay 24 años.

Esta moratoria es incompatible con el goce de otra prestación previsional (contributiva o no contributiva) incluyendo retiros y planes sociales, salvo en el caso en que la única prestación que el titular percibe al momento de la solicitud fuera contributiva y su importe no supere el haber mínimo.

La deuda podrá cancelarse al contado o en un plan de hasta 60 cuotas, y éstas se actualizarán por aplicación del índice de movilidad.

Para los hombres, la ley vigente es la 24.476. Esta moratoria tiene carácter permanente, pero solo permite regularizar aportes hasta el mes de septiembre de 1993.

Entonces:

  • Un señor que cumple 65 este año, nació en 1956.
  • Cumplió 18 años en 1974.
  • Entre 1974 y 1993 solo puede regularizar 19 años.

Si por ejemplo percibe una pensión por fallecimiento de su esposa, puede acceder a la moratoria, pero no en cuotas: debe cancelar el total de la deuda en un pago.

Para poder acceder a cualquiera de estas dos moratorias, es necesario superar un examen socioeconómico.

Esta evaluación, tiene en cuenta:

  • Promedio de ingresos brutos anuales percibidos en los 12 meses anteriores a la fecha de la evaluación.
  • Patrimonio en DJ Bienes Personales.
  • Tenencia de Automotores informados por la DNRPA.
  • Tenencia de embarcaciones
  • Tenencia de aviones.
  • Gastos y consumos mensuales con tarjeta de crédito / débito (cuidado, incluye extensiones)

Conclusión:

Si tenemos en cuenta como vimos en la Parte 2, que a los adultos mayores les cuesta muchísimo conseguir trabajo registrado, jubilarse termina siendo una odisea.

Adultos mayores devoran los sitios de información ante cualquier noticia que avecine una nueva moratoria o la extensión de una vigente. Quedan a merced de las decisiones políticas del momento, justo cuando son más vulnerables.

Luego de 15 años no aprendimos que la solución es EDUCAR sobre seguridad social, e informar a la población sobre las soluciones que puede adoptar para completar los 30 años de aportes necesarios.

Las moratorias no dejan de ser un parche, un “lo atamos con alambre”, una forma de tapar las consecuencias de la informalidad y la falta de empleo.

*El autor de la nota es abogado previsionalista