El problema del desempleo en Argentina no surgió a causa del Covid-19.
El virus que invade al mundo, y particularmente al país desde marzo de 2020, sólo profundizó los índices de desocupación, al igual que lo ha hecho con los números de la pobreza.
Según los últimos datos oficiales, la tasa de desocupación alcanzó el 10,2% al término del primer trimestre del 2021.
En tanto, el índice de pobreza se ubicó en el 42% al cierre del segundo semestre de 2020(*).
Lo cierto es que a estos números no se llega de un día para el otro. Tampoco fueron responsabilidad de políticas ineficientes de un gobierno en particular.
Mientras el desempleo y la pobreza mostraban cifras en ascenso, golpeando cada vez a más ciudadanos y ciudadanas, el asistencialismo se incrementaba.
Y lo hacía con una única respuesta: ser un paliativo, lejos de convertirse en la solución definitiva.
Tener trabajo genuino y acceso a la salud, a la educación y a las necesidades básicas es el derecho que debe garantizar todo Estado a través de la seguridad social.
Lamentablemente estos problemas ya crónicos de nuestra sociedad generaron con el tiempo otro daño colateral: el deterioro de los ingresos.
La pérdida sistemática de poder adquisitivo modificó hábitos de consumo reduciendo de esta manera la economía interna, a mi entender, uno de los factores claves para el crecimiento de una nación.
La necesidad de generar fuentes de trabajo bien remunerada no puede continuar siendo un propósito sin cumplir, una promesa de agenda que siga sin ver la luz.
El trabajo dignifica. Y eso es tan cierto que admite una sola reflexión: un estado no crece con salario precario y con ayuda social permanente.
Es muy difícil salir de los contextos enraizados, lo tengo claro; pero también es cierto que estos tiempos de campaña por el recambio parlamentario son la puerta para las grandes reformas.
Argentina necesita que esa puerta se abra y del otro lado haya una política menos confrontativa y egocéntrica y mas comprometida con su gente.
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(*) El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) es el encargado de elaborar el índice de pobreza en el país. La última medición oficial fue publicada el 31 de marzo de este año y corresponde a datos del segundo semestre de 2020